Un banco se ofrece como el lugar adecuado para poner en buena custodia los caudales materiales, además de que ofrece la posibilidad de rentabilidad del dinero. La premisa es que guardar los bienes en una entidad financiera, es más seguro que tenerlos en casa o debajo del colchón, como lo hacían los antepasados.
La seguridad que representan las entidades financieras está sustentada tanto en tecnologías de seguridad, software y hardware, como en políticas y procedimientos internos. Pero estas medidas deben estar sujetas a criterios como: los riesgos a los que está expuesta la entidad bancaria, el volumen de los fondos y valores que se custodian en la oficina bancaria, la ubicación geográfica y comercial de la misma, la siniestralidad de la región donde está ubicada la oficina.
La seguridad en el sector financiero siempre ha representado una gran preocupación para los bancos y sus usuarios. Ahora buena parte de los bienes bancarios se maneja a través de medios electrónicos y esa información es tan valiosa como los bienes en sí.
Uno de los mayores peligros que corren los usuarios es la clonación de tarjetas de crédito o débito, con la cual es posible duplicar los códigos ocultos en la banda magnética para cometer fraudes. Los consumos realizados con la tarjeta duplicada afectan a su titular, pero también perjudican a la entidad bancaria en primera instancia. Para la obtención de datos, los delincuentes utilizan un lector de tarjeta con capacidad de hasta 100 códigos. Para combatir los fraudes, los bancos tienen sistemas de control conocidos como 'redes neurales', con los que los programas graban el comportamiento del usuario de la tarjeta, y al romperse este patrón, indican una alerta.
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